El sistema inmunológico, es una red de células, tejidos y órganos que trabajan juntos para defender el cuerpo contra los ataques de los “extranjeros” invasores. La integridad y la correcta funcionalidad individual y combinada de este complejo sistema, aseguran que el ser humano viva en perfecto equilibrio con su entorno. Sin embargo ante agresiones infecciosas y lesiones externas, en ocasiones este sistema no es capaz de montar una respuesta de defensa satisfactoria, lo cual conlleva a enfermedades.

El sistema inmune es la parte del cuerpo que desencadena la reacción alérgica, cuando trata de reconocer y luchar contra el alérgeno, o el factor externo que trae reacción, el sistema inmune es el primero en reconocer la presencia de alérgenos en el interior del cuerpo. Por tanto, la aparición de una reacción alérgica puede decirse que es un error cometido por las defensas del cuerpo en la identificación y el control de supuestos agentes patógenos que a veces son en realidad sustancias inofensivas. Por alguna razón inexplicable, el cuerpo reacciona a éstos agentes externos, como si fueran, una bacteria de neumonía o incluso alguna otra sustancia peligrosa para la vida.

La mayoría de los síntomas de las alergias parecen ser respiratorios o nasales y en su mayoría asociados con un resfriado o reacciones como fiebre del heno – éstos pueden incluir ojos llorosos, escurrimiento nasal y estornudos incontrolables. Otros síntomas de la alergia son picazón, urticaria o erupciones y otras irritaciones de la piel. Otros síntomas pueden ser internos, e incluyen diarrea crónica, indigestión y sensación repentina de náuseas.

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